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Aunque la jutía es un animal que vive en
nuestros mogotes desde fechas lejanas, espeleológicamente no estaba registrada. Vimos la primera jutía conga cuando entrábamos
a la cueva de la primera loma, junto al molino de viento por la parte de Jumagua. En el año 1972, cuando aún no conocíamos
esta cueva, Machy, Charles y yo desde hacía tiempo estábamos acostumbrados a ver sus huellas de excrementos en todas las lomas
por donde quiera que ascendíamos abundaban sus rastros y ocasionalmente nos tropezábamos con una trampa de madera. Nos habían
comentado los guajiros sobre “la tremenda abundancia de jutías que tenían estos mogotes”, pero hasta el momento
no habíamos visto alguna.
Aquella mañana de verano habíamos dedicado
las primeras horas del día a registrar “la Loma del Molino”, como llamábamos al primer mogote del Este de la cadena,
al pie de la cual se alza el antiguo molino de agua salobre. Se nos había indicado esta posición para una cueva, pero trabajo
nos costó hallarla debido a que sus dos pequeños boquetes de entrada estaban densamente taponados por ramas, bejucos y tablas.
Por fín eliminado este sello de entrada, pudimos admirar otra hermosa cueva muy poco explorada de los Mogotes de Jumagua.
Por sus características comprendí que se trataba de la que me había descrito mi abuelo Don Ciriaco Rojo en donde él hacía
sus cacerías de majáes en las primeras décadas del siglo para luego vender la manteca a la Botica de Don Felipe Esparza entre
otras. Ciriaco, nieto de Julio Rojo (dueño de algunos ingenios como “Guadalupe” en la época colonial) se hizo
famoso a principios del siglo entre la población sagüera por sus extravagancias con el majá de Santa María por las calles
de La Villa, según me han contado sus propios conocido de la época. Tengo varias anécdotas de Ciriaco capturando los oficidios
de esta cueva completamente borracho (para no sentir las mordidas…decía) que les contaré en la sección de Leyendas.
Mientras
caminaba por el interior del largo túnel de entrada, menos dudas tenía de que me encontraba en la legendaria cueva de Ciriaco,
al parecer había sido muy poco visitada pues no se veían letreros en sus paredes y sus hermosas formaciones secundarias estaban
intactas sin las huellas del vandalismo humano tan común en el resto de los Mogotes. Nos llamó la atención un hermoso gour
de goteo rebosante de agua cristalina como si fuera un bebedero natural,…
RARO COMPORTAMIENTO DE LANZARSE AL VACIO
Y de pronto, muy cerca de el
gour, al girar nuestras linternas, descubrimos tres rechonchas jutías que muy quietas como estátuas miraban encandiladas por
las luz, su estado hipnótico era tal que llegué a acercar la linterna a solo unos pocos milímetros del hocico de la
mayor, por lo que aprovechando esta ventaja, decidimos que deberíamos capturarla para nuestra colección museológica, pero
en nuestra inexperiencia y debido a lo imprevisto del caso, las tres salieron huyendo cuando Machy le asestó un golpe a la
mayor y para asombro nuestro se lanzaron por el precipicio o furnia de gran profundidad en caída libre para golpear fuertemente
su fondo lo cual nos dió a entender que se habían desnucado o al menos herido gravemente por tan brutal caída.
Con pesar por esta acción decidí bajar
al precipicio (furnia) para evaluar los efectos de este “suicidio” y con la ayuda de una soga logré descender
hasta el fondo. Fue otra sorpresa más el comprobar que las jutías no estaban allí y sus huellas en el guano de murciélago
sugerían que “vivitas y coleando” habían escapado hacia los recovecos de la cueva, solo una, nuestra víctima,
había perecido. Debo agregar que para un naturalista la colecta de vertebrados es algo difícil, no nos mueve el mismo sentimiento
del cazador pero siempre he dicho que sacrificando un ejemplar (solo uno) de muestra, ayudamos a la preservación de sus congéneres
mediante la exhibición taxidérmica y educación pública. Este ejemplar disecado ha ayudado mucho al entendimiento del profano
en cuanto a la necesidad de conservación de este valioso mamífero de la fauna de Sabaneque, y así aspiramos a que sea en nuestro
soñado Museo de Ciencias Naturales de Sagua La Grande (1985).
En posteriores viajes pude constatar
la gran cantidad de jutías que se refugia en esta cueva, lo cual nos indica que el ambiente ha cambiado mucho desde la época
de Ciriaco Rojo en que este era un verdadero reducto de Boas. Ahora debido a la abundancia de jutías decidí nombrarla como:
“Cueva de la Jutía” y dos años después (1974) realicé su cartografía por primera vez con ese nombre (por derecho
cartográfico). La cueva de Ciriaco había dejado de permanecer oculta en la montaña para la espeleología científica, pero teniendo
en cuenta su virginidad tan frágil, decidimos tapiarla de nuevo como hacía el viejo cazador para que “no le robaran
sus majáes” sólo que en esta ocasión para que “no nos robaran las jutías” y poder conservar además las bellezas
naturales que con gran paciencia, gota a gota, ha esculpido la madre Natura.
Nota: En posteriores viajes observamos como las jutías al ser
sorprendidas se volvían a lanzar por la furnia como cascada viviente y esto nos ha llevado a destacarlo como una nota etológica
de importancia jamás observada hasta el momento en el comportamiento de masas. La gran cantidad de guano de murciélago acumulado
por tantos años les sirve de corchón amortiguador en tan brutal caída. Ningún otro estudio cubano o internacional ha registrado
esta conducta hasta el momento (1985).
A modo de informe bioespeleológico podemos reportar
a la Jutía Conga habitando ocasionalmente en el resto de las cuevas del Mogote, pero estas observaciones han sido solamente
en las entradas de las mismas y no como en Cueva de la Jutía donde existe el curioso fenómeno comentado anteriormente de que
estas se amontonan en el largo pasillo superior y a la menor alarma todas se lanzan al profundo precipicio por donde tienen
escape al exterior (en último caso) por decenas de galerías; si no existiera molestia humana vivirían todo el tiempo en la
caverna. Estamos por tanto ante la presencia de una cueva “perfectamente diseñada como nido de jutías”.
Algunos años después de visitar con
frecuencia esta cueva, encontré un letrero borroso en una de las paredes que con una flecha indicando hacia el precipicio
decía lo siguiente: “Ciriaco Rojo 1928”. Con emoción reafirme que esta era su cueva. Mi padre, que ecasiones fue
con él a dicha cueva, me afirma (según la descripción que le dí) que esa misma era la “cueva de los majases de Ciriaco”
y me dice además que busque bien por que allí se le perdió una gorrita de “Almendares” en los últimos viajes que
hizo con mi abuelo.
“Cueva de los Majases”, “Cueva
de Ciriaco”, o “Cueva de la Jutía”, tres nombres para escoger en las legendarias Lomas del Mogote, tres
épocas cuyos nombre muestran claramente su historia: “Ya los majases no tienen cueva Ciriaco Rojo se las tapó”,
cantábamos sus familiares y espeleólogos amigos poco antes de su muerte. Ninguno hemos estado de acuerdo con estas cacerías
indiscriminadas, pero entendemos que cada época tiene su lógica y todo es cuestión de relatividad. “Entren señoras jutías
que ya no hay peligro”- le decíamos y él reía- “Ciriaco las libró de los majases”.
Para evitar conflicto de nombres,
mis colegas y yo, hemos optado por nombrar al precipicio como: “Furnia de Ciriaco Rojo” (lo cual simplifican algunos
como precipicio Rojo). El gran salón inferior lo denominamos; “Salón de los majaes” (o majases, como le guste
al visitante).
La Cueva de la Jutia (o de las Jutías)
debe ser conservada para el disfrute de las nuevas generaciones por su belleza espeleológica y por constituir un biotopo tan
interesante. En el celo de los jóvenes espeleólogos descansará nuestro legado.
LA CUEVA DE LA JUTIA PUDO SER UNA “CUEVA DE CALOR”
La abundancia de boas en la época de Ciriaco
puede indicarnos que estos tenían como fuente de alimentación a una gran colonia de murciélagos (como sucede en la Cueva del
Calor) y cuya población fue decreciendo con el tiempo hasta quedar la cueva infestada de “hambrientos majases”
y frescas temperaturas muy agradables debido a la ausencia de los quirópteros, como afirmaba Don Ciriaco. La posible presencia
de murciélagos en el pasado es confirmada por los grandes colchones de guano o murcielaguina que inundan los pisos de esta
caverna. Al ser estos barridos por los cazadores, la cueva se volvió a inundar de mamíferos como es el caso actual de las
jutías y de algunos murciélagos que ahora comienzan a retornar y a calentar la misma. Pienso que el ciclo continuará y que
en un futuro próximo, cuando vuelva a ser una “cueva de calor” comenzarán a arribar de nuevo los majaes atraídos
por esta abundante proteína. Con la ventaja de que en esta otra oportunidad no habrán cazadores humanos como en los viejos
tiempos… pienso yo. Las “cuevas de calor” son verdaderas fábricas de proteína para beneficio de toda la
fauna local.
Nota: Ver “Cueva del Calor” para completar la tesis
de cuevas de majaes y cuevas de mamíferos.